TE PARECES A TU MADRE aunque no te guste

Hace unos días celebramos el DÍA DE LAS MADRES y me gustaría honrarla en este mail de una manera más reflexiva y profunda.

No te imaginas la cantidad de pacientes que me escriben a diario, expresando sus tormentos por la relación que mantienen con la figura materna.

Mujeres que no pueden sostener la negatividad de su madre, la exigencia, la insatisfacción, sus penas…

Hace unos meses escuché una declaración sincera de una persona que decía:

“No sabes todo el crecimiento personal y espiritual que has hecho hasta que convives tres días con tu madre”.

¿Por qué tenemos tantas diferencias con la persona que nos dio la vida?

Por mi experiencia con decenas de pacientes, parece que tenemos que enfrentar una deuda con la madre.

Una deuda tácita y algunas veces explícita:

Le debemos la vida.

Verás, en el proceso de reproducción humana, los únicos partícipes de fecundarte fueron dos personas que por voluntad propia decidieron estar juntos.

Hubo un proceso complejo: el gameto femenino se juntó con el gameto masculino que se convirtieron en cigoto, con 23 cromosomas de él y 23 cromosomas de ella. Ambos por igual.

Ese cigoto ahora es una mujer hecha y derecha que lee estas líneas.

¿Sientes que le debes la vida?

Por evolución humana, nacemos dependientes de nuestros padres, nos acabamos de desarrollar fuera del vientre materno.

Si no fuese así, naceríamos a los 8 años caminando y directo al colegio.

Quiero decirte, que la conformación de una familia fue una decisión y responsabilidad de personas que no pudieron consultarte nada.

Durante tu crecimiento, consumiste mucha información que te quedó alojada en el subconsciente y aunque no quieras parecerte a tu madre, puede que sí lo hagas porque no eres completamente consciente de ello.

Tú puedes amar a tu madre con un amor incondicional. Esto quiere decir, que pase lo que pase y sea como sea, la querrás.

Y esto sucede porque tu cuerpo tiene memoria de oxitoxina, que es la hormona del amor. La que une a un bebé con su madre desde el nacimiento.

Hay dos maneras de amar: una activa y otra pasiva.

La activa te permite querer a tu madre y expresarle todo ese amor con regalos, visitas, gestos, abrazos, besos, ayudas… y tienes a una madre que recibe y da.

¡Es difícil cuando tienes una madre dispuesta solo a recibir!

Y tú das y das, intentas ser tu mejor versión, para que te vea grande, adulta, empoderada, independiente.

Pero, tu madre no te ve. Y allí no hay más nada que hacer. Tal vez amarla de forma pasiva. Quererla porque te nace, lo sientes y es incondicional.

Dando lo justo. Con límites.

La relación se vuelve conflictiva cuando te vinculas como una persona a la que le debes algo. Porque te relacionas desde el pagar algo imposible de saldar.

Se puede mantener una distancia prudente y sostener a la madre desde su ser adulto e independiente.

No hay dinero, ni acción suficiente que pague la vida y el cuidado que te dieron cuando eras pequeña.

Lo que sí puedes ser es agradecida. Y sé que lo eres.

Ámala desde tu salud y bienestar. Pasiva o activamente el amor a tu madre es infinito.  

Y ahora que estamos en mayo y vienen más días libres, ¿estás dispuesta a una mejor versión de ti? A relacionarte mejor con los hombres y disfrutar de las citas en la terraza DESDE TU PAZ INTERIOR.

Tu mejor momento es AHORA YO.

Si conoces a una mujer que esté pasando por algo similar, no dudes en compartirle este post. 

¿Llevas mucho tiempo estancada en el bucle de relaciones fallidas?

Quizá haya llegado el momento de apoyarte en un profesional y tomar acción.

¿Conoces nuestra terapia? Si aún no has hecho la llamada de valoración gratuita con mi compañera Itziar, puedes hacerla aquí.

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